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  • Foto del escritorColomba

Mi camino hacia la meditación

Desde muy chica escuchaba los beneficios que tenía meditar y quería saber hacerlo. Siempre escuchaba que meditar era dejar tu mente en blanco y llegar a estados de conciencia muy profundos. Tenía la certeza de que para meditar necesitabas saber cosas que yo ni sabía cómo descubrir. Entonces, a pesar de intentarlo un par de veces, y de escuchar algunas meditaciones guiadas, nunca pensé que podría hacerlo porque no lograba dejar mi mente en blanco, y no llegaba a esos estados de los que escuchaba. Las veces que lo hacía siempre terminaba pensando, ¿lo habré hecho bien?

Preparando el suelo para una práctica diaria: mi experiencia con Balance

Durante la pandemia me bajé la app Balance (la super recomiendo) que ofrece un primer año gratis. Esta app te va enseñando desde lo más básico cómo meditar. Por ejemplo, te enseña variadas formas de conectar con y concentrarte en tu respiración, cómo trabajar con los pensamientos, las emociones, y distintas visualizaciones. A medida que vas haciendo lecciones, vas avanzando de nivel y puedes hacer meditaciones más largas y avanzadas. Desde el principio iba incorporando a mi vida las técnicas que me parecían útiles, como esta: si viene un pensamiento, lo puedes etiquetar “pensando” y al hacerlo lo reconoces y se va. Cuando me acordaba que existía Balance, no muy seguido, hacía una sesión.

En mayo del año pasado, estaba en un pequeño hoyo negro y a veces hacía 10 minutos con Balance por una semana corrida. En esa oscuridad me era muy útil recordar que si reconozco a mis pensamientos y los etiqueto, se pueden disipar. Ahí empecé a entender lo que implicaba meditar.

Acostumbrándome a regar el suelo en India

Dos meses después, me fui a India y me puse el objetivo de tener una práctica diaria de meditación. Me resultó la primera semana, pero después las excusas eran miles. Que no tenía dónde hacerlo, que me iban a ver y a interrumpir, que no tenía tiempo… Excusas siempre hay.

El penúltimo mes que estuve en India, viajé con mi gran amiga Asa, ella acababa de hacer un Vipassana (retiro de meditación en silencio por 10 días), y estaba meditando harto, entonces me pegaba el bichito.


Además, compré un curso “Me-edito” de Omvocado, de Caro, una mágica maga que seguía hace un tiempo en Instagram y de repente me había enganchado mucho. En el curso, cada día había un audio con una lección de un tema universal y 10 minutos de meditación. Hice tres días y decidí dejarlo para después de India. En India estaba entendiendo tantas cosas de la vida y viviendo tantas experiencias nuevas, que quería seguir haciéndolo sin más información externa al lugar físico.


Ya mi último mes en India, estuve quieta en un lugar por 23 días, lo máximo que había estado sin moverme por 9 meses. En Rishikesh hice yoga todos los días y cada sesión empezaba con 5-10 minutos de meditación.

El maestro nos decía:

“Notice the shape of that thought” (Observa la forma de ese pensamiento)

“Notice the silence behind every thought, that silence is you” (Observa el silencio detrás de cada pensamiento, ese silencio eres tú).

Estas frases me ayudaron a profundizar el trabajo que ya hacía con mis pensamientos: verlos como entidades con vida propia que hasta tomaban forma, estaban dentro de mí pero no eran yo. Yo soy quien los observa, quien decide que hacer con ellos, no soy mis pensamientos. Las frases me hacían conectar más con mi esencia: que soy quien observa, soy ese silencio, el todo.


Al final cantábamos mantras, entre los cuales estaba “OM NAMA SHIVAYA” que se puede interpretar como “dejo que mi conciencia se fusione con mi verdad divina.” Ese mantra me vuela la cabeza, y hasta el día de hoy termino cada una de mis meditaciones repitiéndomelo. Sintiendo su rebote en mi cuerpo. Cada vez que lo escucho, lo siento y entiendo de más formas. Cada vez me llega a otras partes. Las frases que van saliendo, como todo en la vida, pegan distinto en cada momento en que uno esté, cada día cambiamos de infinitas formas.

Ya estaba en las profundidades de mi viaje externo e interno, y, sumergida en un lugar dónde la mayoría de la gente hace una práctica “espiritual”, quería meditar más. Así que me despertaba unos minutos antes de la clase y hacía sesiones de Balance que ya estaban durando 20 minutos.


El bosque ya se mantiene solo

Volví de India, fui a ver a mi abuela a España, y retomé el curso Me-edito. Es un curso TAN potente y transformador, ya que habla de temas que yo considero verdades universales, establece las bases para ser la creadora de tu vida e incluye una meditación diaria que te ayuda a integrar el conocimiento.

Por ejemplo, el primer día te habla de cómo solemos anclarnos en cosas externas, como lo son otras personas, seres u objetos, pero que al hacerlo es como que un bote se anclara a otro: el otro sale a navegar y tu bote queda a la deriva. Entonces, anclarse a una misma nos genera libertad a nosotr@s mism@s y a tod@s quienes se relacionan con nosotr@s. Te puedes anclar a ti mism@ anclándote a tu respiración.

“Deja que el universo respire a través de ti. Al universo le encanta respirar a través de ti” - Una de mis frases favoritas de Me-edito.

Hacer Me-edito después de India fue un regalo porque las enseñanzas eran mucho de lo que yo había empezado a encarnar en ese país que tanto amé. Con eso sellé mi práctica, profundicé en lo vivido, y empecé a meditar todos los días.

Hoy entiendo que meditar es estar con un@ mism@ en presencia plena, volver a mi hogar que soy yo misma. Es quedarse contig@ mism@, sin importar lo que venga. Vienen pensamientos, dolores, preocupaciones, picazón, sonidos del tráfico y yo me quedo. Practicar eso me ha ayudado a poder sostenerme a mí misma, y entender que pase lo que pase, todo estará bien.

Es un viaje de autoconocimiento y como tal, es eterno. Es una práctica muy personal en la que cada uno se va creando su propia experiencia. El entender esto me quita cualquier impedimento que pudiera tener para hacerlo, porque solo me necesito a mí misma y unos segundos (ojalá más) de atención plena. Y si bien no es un requerimiento, mientras más constante soy, llego a estados más profundos; no es un requerimiento, si no un beneficio.

¿Tienes una práctica diaria? ¿Si no, por qué no? ¿Qué barreras sientes que te impiden tener una práctica? ¡¡Me encantaría saber tu relación con la meditación!!


¡Estaré lanzando un taller de meditación y reconexión con tu naturaleza dentro de los próximos días! ¿Te sumarás?


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