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Revelando mis sombras

Hace exactamente un mes abrí el portal hacia mis sombras.

Las sombras son aquellas partes dentro nuestro (o de la humanidad) que en algún punto de nuestra vida determinamos indeseables, quizás porque vimos a otros juzgar o avergonzar a alguien por manifestarlas, entonces, inconscientemente, decidimos ocultarlas. Son aquellas cualidades nuestras que consideramos odiosas, inqueribles, vergonzosas entonces, sin darnos cuenta, las suprimimos y rechazamos intentando que nadie las vea. Creemos que por hacerlo ya no son parte nuestra. Y así derivamos estas partes a nuestras sombras. Siguen siendo parte nuestra, solo que las rechazamos.


Y lo que rechazas persiste.


Se dice que toda la humanidad nace con todas las semillas de las cualidades humanas en potencia pero dependiendo de la naturaleza y experiencia de cada un@ se manifiestan o no. Es decir, todos podríamos ser asesinos, mentirosos, ladrones, violadores, ______ (inserta lo peor de lo peor)... dependiendo de muchos factores como nuestra química, composición y la experiencia que vivamos.

Ahí la importancia de dejar de rechazar nuestras sombras y empezar a integrarlas con mucho amor y compasión para que ellas no lleven el timón de nuestra vida sin que nos demos cuenta.


Puede ser un poco difícil encontrar nuestras sombras porque a veces las tenemos tan ocultas detrás de capas, disfraces y falsas ilusiones de quienes pensamos ser que nos cuesta verlas. Cuesta reconocer algo que rechazamos. Si rechazamos algo, no lo queremos ver. ¿Qué mejor escondite para una sombra que el que no la queramos ver?


Pero, la intención y las preguntas mobilizan la energía, así que cuando sembré la intención de conocer mis sombras y empecé a hacerme preguntas que me direccionaran hacia ellas, toda la energía empezó a movilizarse para que yo pudiera verlas.


Algunas preguntas que me hice:

  • ¿Cuáles son mis sombras?

  • ¿Qué estoy juzgando en otros? ¿Cómo eso mismo que juzgo está en mí?

  • ¿Qué sería lo más vergonzoso que alguien podría enterarse de mí?

  • ¿Qué es lo que no quiero que nadie sepa de mí?


Quizá algunas personas puedan sentarse e identificarlas de inmediato pero para mí estos son procesos que la vida me va mostrando con los días. Puedo responder las preguntas pero las respuestas no siempre son lo que está en el papel.


Partí escribiendo las cosas más simples que describiría como aspectos más negativos míos: people pleaser, preocupación excesiva, cerrada de mente, hipocondriaca, que a veces me frustro y enojo…

Un tip para identificar las sombras es que son esas cualidades nuestras que nos da vergüenza decir, que nos hace sentir incómodas reconocer.

En realidad para mí ninguna de esas palabras me causaba mucho porque ya son partes que tengo más identificadas e integradas entonces no están escondidas en mis sombras. Por mucho que no sean mis partes favoritas, no me da vergüenza decirlas, y como no las rechazo no se manifiestan de formas tan explosivas.


Una parte de mí muy silenciosa sabía que si no encontraba las palabras en ese minuto, el tiempo me las mostraría.

Otra parte de mí quiso creer que quizás ya había trabajado en mis sombras entonces no iba a ser tan difícil cumplir con este trabajo, no había mucho más por descubrir.


Pero nooo…. La energía ya estaba en movimiento.

Y así una persona muy cercana a mí recibió exámenes médicos no muy positivos y yo empecé a preocuparme. Empezó mi preocupación por esta persona y como efecto dominó por las personas que la rodean y lo expandí a los tiempos en que estamos viviendo como humanidad.… Empecé a preocuparme tanto de cosas que en realidad no me incumben que, sutilmente empecé a descuidar de mí. Eventualmente, esta preocupación se transformó en el juicio que tanto intenté no hacer. Que ‘¿cómo puede ser que recibas malos exámenes y aún no cambies tus hábitos,’ que ‘cómo no quieres ver lo que está pasando y dejar de engañarte’ y cosas por el estilo.


Me empecé a preguntar: ¿Cómo no juzgar a quién “no se está cuidando” a pesar de que su cuerpo le está gritando? ¿Cómo no juzgar a quienes no quieren quitarse el velo de la ilusión?


Y en esta preocupación intensa que se transformó en juicios y en descuidar de mí, se me empezaron a presentar hábitos del pasado: atracones con la comida, dejarme estar, entrar en loops de pensamientos de poco amor propio y creerme mis inseguridades, caer en la víctima y en los caprichos de mi niña herida.


En momentos así, siempre empezaba a ver todo negro, a creerme mis historias de que no soy suficiente, cuestionarme todo lo que estoy haciendo, creerme que soy impostora y que hay algo que está fuera de mi control que me lleva a tener atracones, por ejemplo. Que ese es mi patrón y mi tema que siempre me perseguirá, mi condena, que pueden pasar meses en que todo está en orden pero siempre volverá y se sale de mi control.

Había escuchado que en el budismo se habla de que estamos atrapados en el ciclo de vida y muerte, entonces era importante cultivar nuestra consciencia espiritual para poder decidir al momento de morir si queremos volver a encarnar o no. No entendía porqué lo veían como un ciclo en el que estábamos atrapados. Estando en esta situación hasta empecé a narrarme que a esto se referían, que estamos atrapados en nuestros patrones que siempre se repiten y somos prisioneros de ellos.

En momentos así, además, me he dado cuenta que empiezo a ser más susceptible a comprar algún programa que me salga su publicidad pensando que me puede salvar, a pensar en otra solución del tipo pastilla mágica.

Soy una persona que llega al balance conociendo los extremos. Ahora estaba en un extremo y en él también veía esa naturaleza mía como un problema, algo más de lo que era víctima

‘¿Por qué no puedo dejar de irme a los extremos?’ me preguntaba.

En momentos como este me cobijaba siempre en lugares cómodos donde no tenía el espacio de mirar hacia dentro, donde sentía que puedo evadir el trabajo personal que debo hacer sin culpa porque soy validada por quienes me rodean.

En fin, todo este párrafo habla de los loops de pensamientos y acciones en que me sumergía. Me creía lo que pensaba y me creaba historias indudables para apoyar los pensamientos, y accionaba para seguir perpetuándolos. Todos estos pensamientos me llevaban a externalizar mi poder. Externalizarlo es más fácil porque si no depende de ti entonces, pobrecita, no lo puedes cambiar a pesar de querer cambiarlo entonces te excusas de hacer todas las cosas que no te hacen sentido y entras en los loops que no te gustan.


La diferencia es que esta vez me di cuenta de lo que estaba pasando mucho más rápido. En otras ocasiones me sumergía en el loop interminable, por hasta meses, continuando con más de lo mismo creyendo que hacía algo distinto. Pensaba que entendía lo que pasaba, pero en realidad solo seguía pensando más de lo mismo, viéndolo solo desde un ángulo.


Esta vez vi otro ángulo.


Una pregunta muy poderosa a hacerse cuando surgen momentos, sensaciones, emociones incómodas es: ¿qué me está mostrando esto que se me está apareciendo?


Entendí que entré en un extremo porque me había empezado a enfocar demasiado en lo externo, dejándome de lado, resistiendo muchas cosas, apegándome a mis expectativas, y por ende mi cuerpo se manifestó. Por unos días dejé que el extremo me consumiera, pero poco tiempo después entendí todo esto y empecé a volver a mí de nuevo.


Me di cuenta que cuando me voy a un extremo empiezan a rugir todos estos pensamientos y comportamientos. Que si no me vuelvo consciente, me empiezo a creer que soy ellos, y entro de nuevo en el loop.


En estos periodos donde salen mis sombras, toca ir hacia adentro. Es esencial. En estos momentos mi subconsciente me grita para que me haga consciente de la naturaleza de mis pensamientos y pueda trascender el patrón de siempre. Es un buen momento para observar mis pensamientos porque así voy entendiendo su naturaleza envés de creer que soy ellos.


Todo esto es un regalo que me demuestra una vez más que la vida está a mi (y tu) favor. El universo te refleja lo que está en tu subconsciente para que lo traigas al consciente y dejes de ser prisionero de ello. Es un regalo para poder vivir cada vez más tranquila de fondo, con menos ruido mental, vivir sin que los pensamientos me controlen por tanto rato porque voy entendiendo su naturaleza. No solo es un regalo para eso, si no también para manifestar tu vida de forma consciente. Lo que crees, creas. Y lo que crees no es lo que quieres creer, si no lo que está programado en tu subconsciente.


Como dicen los budistas, SÍ estamos en esta dimensión en un ciclo interminable de morir, nacer, morir, nacer. Pero es un ciclo espiral. Nunca nada es igual a lo que era antes. Nada se repite de la misma forma. Todo está en constante cambio, todo se está expandiendo.


Y así fui entendiendo. ¿Cómo no juzgar?

Dándome cuenta, cada vez que lo olvido, de qué formas eso mismo que juzgo está también en mí.

Así entendí más de mis sombras, que sí, a veces me dejo de lado, no me ocupo de mí, ignoro lo que sé y lo que veo quedándome en el confort de la ilusión. Que sí, hay una parte de mí que se victimiza y se siente herida. Que le tengo miedo a perder el control (¡qué ilusión el control!). Y todo esto sí me da vergüenza decirlo, y por eso estoy escribiendo esto y publicándolo en mi blog. Porque lo estoy integrando, y para integrarlo tengo que reconocerlo. Además creo que es importante visibilizar nuestra imperfecta humanidad para dejar de promover la idea de que uno siempre tiene que estar bien.


Así he estado entendiendo mis sombras y su naturaleza. Que aparecen para mostrarme muchas cosas. Aparecen para frenarme del juicio excesivo, para poder transformarlo en compasión hacia mí y el/la otr@. Aparecen para recordarme que soy humana, que dentro de mi humanidad existen partes de mí que no son mis favoritas pero siempre estarán porque son partes mías. Integrarlas es necesario, y para hacerlo tengo que reconocerlas, abrazarlas, cobijarlas, dejar de rechazarlas, porque lo que resistes persiste.

Las sombras son partes que viven en nosotr@s y cuando aparecen nos traen mensajes. A mí me vinieron a avisar que estoy en un extremo, que estoy haciendo mucho juicio, que me estoy alejando de mí, no escuchando, restringiendo, sobrepasando mis límites. Ha sido una oportunidad de conocer la naturaleza de mis pensamientos, que en momentos así se vuelven mucho más fuertes y en momentos de más tranquilidad, están, pero como estoy más centrada, sé que no soy ellos. Este proceso duele, pero quita capas, y quitándonos capas nos vamos liberando. Las sombras son partes nuestras, y cuando aparecen traen mensajes. Mientras más rápido escuchemos su mensaje, menos cabida habrá para caer en los loops. Este trabajo es un trabajo constante, y no queda más que enamorarnos del proceso. No hay luz sin sombra, y no hay sombra que la luz no ilumine.




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